Ing. Gildardo Yañez
Gerente de Capacitación Técnica de BOHN México
Las tres R de la refrigeración: recuperar, reciclar y regenerar. Tres procesos con los cuales cada vez estamos más familiarizados y que son necesarios para no dañar la capa de ozono estratosférico que nos protege de la radiación ultravioleta que proviene del sol.
La radiación ultravioleta del sol, tiene una longitud de onda menor que la de la luz visible, pero mayor que los rayos X. Dentro de este espectro se pueden distinguir tres tipos de radiación ultravioleta:
- Radiación ultravioleta A [UV-A], la más cercana al color violeta de la luz visible, pasa en su totalidad a través de la atmósfera y llega a la superficie; es relativamente inofensiva, la emplean las plantas para realizar la fotosíntesis y contribuye en pequeñas dosis a fijar la vitamina A; sin embargo en exposiciones prolongadas puede ser dañina.
- Radiación ultravioleta B [UV-B], tiene una longitud de onda intermedia entre las dos anteriores, aunque es menos letal que la C, es también peligrosa aún en cantidades pequeñas, pues produce cáncer de piel, cataratas y otros daños en la vista, afecta el sistema inmunológico, y todas las formas de vida: microbios, algas, hongos, plantas, invertebrados y vertebrados; normalmente es totalmente absorbida por la capa de ozono. Esta capa que si la bajáramos hasta el nivel del mar alcanzaría tan sólo un espesor de 3mm y tan sólo 1mm en la parte en donde se encuentra el agujero de ozono antártico.
- Radiación ultravioleta C [UV-C], la de menor longitud de onda y más cercana a los rayos X, letal para la vida tal cual la conocemos, es totalmente absorbida por encima de la estratosfera, en la ionosfera.
En 1974, los destacados científicos Sherwood Rowland, Paul Crutzen y Mario Molina, mexicano este último, plantearon la hipótesis de que la acumulación en la atmósfera de CFC, en presencia de radiación ultravioleta, podía desencadenar la destrucción del ozono estratosférico. Posteriormente, en la primavera austral de 1985 se comprobó que la capa de ozono sobre la Antártica había desaparecido en más del 50 por ciento. Asimismo, hacia finales de la década del 80 se había comprobado que efectivamente la destrucción de la capa de ozono se debía a la presencia en la estratosfera de declorofluorocarbonos (CFC), hidroclorofluorocarbonos (HCFC), y halones, que liberan sus átomos de cloro y bromo por efecto de la radiación ultravioleta B, estos átomos reaccionan con el ozono y lo destruyen, comprobándose totalmente la hipótesis de Rowland, Crutzen y Molina, que les hizo merecedores del Premio Nobel de Química en 1995.
Por esta razón es muy importante el no liberar de manera intencional ninguna sustancia agotadora de la capa de ozono (SAO) tales como el R-11, el R-12 o el R-22, gases refrigerantes utilizados en una gran cantidad de equipos de Aire Acondicionado, Refrigeración y Congelación. Durante el mes de mayo 14 Centros de Reciclado de Gases Refrigerantes dieron inicio a sus operaciones, siendo estos otra fase de la implementación del Protocolo de Montreal que está llevando a cabo SEMARNAT y la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). Estos centros darán de manera inicial el servicio de reciclado de gases refrigerantes CFC-12, HCFC-22 y el HCF-134a.