Hace más de 100 años, Willis Carrier inventó el primer sistema de aire acondicionado. Con ello, creó uno de los avances más importantes de la historia y dio origen a la industria actual
Victoria Zárate
Hace siglos, en el antiguo Egipto, el método común para enfriar espacios consistía en transportar piedras de más de mil toneladas al desierto durante las noches para enfriarlas y así mantener una buena temperatura en las viviendas durante el día.
Mucho tiempo después, Georgius Agricola, alquimista, químico y mineralogista alemán, presentó una serie de ilustraciones en las que mostraba técnicas de ventilación para minas de hierro en el centro de Europa.
Más tarde, a finales del siglo XIX, las edificaciones se mantenían a temperaturas adecuadas haciendo pasar aire sobre bases de hielo, como en el teatro de Madison Square, en Nueva York, donde se ocupaban alrededor de 4 toneladas de hielo cada día. En esa época, William Thomson inventó el principio de la refrigeración, creando un circuito frigorífico hermético basado en la absorción del calor a través de un gas refrigerante.
Para el verano de 1902, Willis Haviland Carrier, ingeniero estadunidense, patentó el primer sistema de aire acondicionado moderno. Su invento saturaba el aire de agua para permitir controlar la humedad y la temperatura. Éste sistema se instaló en Sackett & Wilhelms, una compañía de impresión y litografía, en Brooklyn; sin embargo, el nombre con el que se conoce en la actualidad se lo dio Stuart Cramer, al crear un dispositivo que enviaba vapor de agua al aire que enfriaba los textiles de una fábrica y así acondicionar los hilos.
Hoy en día, un equipo de aire acondicionado es bien utilizado cuando permite el buen funcionamiento de distintos sistemas y ofrece comodidad en diversos lugares. El proceso consiste en el enfriamiento y además se encarga de regular toda temperatura (caliente o fría), el grado de humedad o la renovación o circulación de aire y su limpieza, es decir, su filtrado o purificación.
Objetivos de un sistema de aire acondicionado
- Control de la temperatura. La temperatura del aire está directamente relacionada con el intercambio de calor entre el aire que rodea al individuo y su piel. Un adecuado control de la temperatura elimina el esfuerzo de acomodación, consiguiendo un mayor confort y bienestar físico.
- Movimiento y circulación del aire. Las corrientes de aire intervienen directamente en la sensación térmica de las personas; cuanto mayor es la velocidad del aire, mayor capacidad de transmisión de calor tenemos y aumenta nuestra capacidad de sudoración.
- Control de la humedad. Una gran parte del calor del cuerpo humano se disipa a través de la evaporación por medio del sudor. Si la humedad del ambiente supera determinados niveles no habrá sensación de confort.
- Filtrado, limpieza y purificación. La pureza del aire se consigue mediante la renovación de éste y eliminando las partículas contaminantes con filtros y otros dispositivos, o mediante ventilación.