La industria del aire acondicionado tuvo, en Carrier, un gran reto: seguir su intuición. A pesar de haber tenido un inicio signado por conflictos bélicos, como la Primera Guerra Mundial, la empresa no dejó de lado su emprendimiento, lo cual repercutió en que hoy en día sean una empresa icónica en el sector
Por Victoria Zárate
A través del libro Weathermakers to the world, que captura toda la esencia de Carrier, es posible descubrir y entender la trascendencia de la empresa. En éste se lee que a pesar de haber surgido en un momento complicado, ello no fue impedimento para que un grupo de visionarios sentaran las bases de la industria actual.
Tras sus inicios con la compañía de impresión y litografía Sackett & Wilhems, Carrier Air Conditioning Company, asentada en Nueva York y subsidiada por Buffalo Forge (empresa precursora de la actual DuPont, que entonces era una compañía dedicada a la fabricación de pólvora), comenzó a diversificar su participación en distintos sectores.
La dinámica económica que se vivía entonces en Estados Unidos, derivada de la Primera Guerra Mundial, obligó a los socios a cerrar su producción; sin embargo, Carrier y J. Lyle Irvine, socios principales de la compañía, perserveraron en su iniciativa y crearon una nueva empresa especializada y consolidada el 26 de junio de 1915 como Carrier Engineering Corporation.
En ella, Carrier, Lyle y cinco amigos y destacados ingenieros, al igual que ellos, se encargarían de impulsar el invento de Carrier hacia nuevas industrias. Aunque era un periodo difícil debido a la guerra y la situación económica por la que atravesaba Estados Unidos, los siete socios lograron levantar su nueva empresa. Así, abrieron su negocio formalmente el 1 de agosto de 1915, y tan sólo 18 días después, Carrier Engineering realizó su primer contrato con la Sociedad Americana de Munición en Paulsboro, Nueva Jersey.
De hecho, la situación de guerra, más que un obstáculo, se covirtió en benéfica para la empresa, ya que al llegar al sector armamentista quedaría finalmente probada la practicidad del sistema como solución para el control del clima en un espacio, gracias a que brindaba las características de temperatura y humedad necesarias para mantener a las personas seguras y permitir la producción. Eventualmente, al ser prácticamente los únicos que tenían experiencia en la instalación de estos equipos en sitios industriales, tuvieron más contratos, destacando, por ejemplo, la instalación de aire acondicionado en la International Arms and Fuse Company de Nueva Jersey, que fue un ejemplo del gran trabajo que la empresa realizó durante la Primera Guerra Mundial, mejorando espectacularmente la eficiencia.
A pesar de los inconvenientes y contratiempos, Carrier tuvo fortuna, pues fue requerida para diversas aplicaciones en plantas de producción de todo tipo: sanitarias, calzado, moldes de yeso, cueros y pieles, tabaco, malvaviscos, goma de mascar, frutos secos, almidón, entre otros. Para la compañía quedaba claro, sin embargo, que los sectores textil, de municiones y de dulces eran los nichos más importantes para su negocio.
De este modo, mientras que la Primera Guerra Mundial trajo algunas dificultades, particularmente cuando Estados Unidos declaró la guerra formalmente (abril de 1917), también provocó que se consolidara una empresa hoy señera.
A pesar de que la situación bélica los obligó a detener temporalmente sus actividades en 1918, la compañía siguió atendiendo las necesidades de sistemas de aire acondicionado de diversas fábricas, que sumaron cerca de 18.
En sólo unos años más, la compañía logró establecer una gran reputación por el trabajo de calidad y su empeño por ofrecer un avance tecnológico que, a la fecha, sigue creciendo.