Según la OMM, la destrucción de la capa de ozono y la consecuente aparición de una brecha en ésta son resultado de bajas temperaturas y CFC en la estratósfera. Estas emisiones son la mayor amenaza para la capa, a pesar de que su producción y uso han sido restringidos.
Por Santiago Bonilla.
No es novedad alguna que la reacción fotoquímica causada por los CFC tiene una especial tendencia a destruir las moléculas de ozono que protegen al planeta de las fuertes radiaciones y el severo impacto que tienen sobre el ambiente en el planeta. Después de una investigación científica y profunda al respecto, y demostrado este posible desastre ecológico, los países desarrollados a escala mundial llegaron a un consenso que se llamó ‘Protocolo de Montreal’, en 1987, para eliminar los refrigerantes que contuvieran cloro. La propuesta inicial fue eliminar al menos 50 por ciento del CFC que se fabricaba entonces para las distintas aplicaciones de la industria, antes del año 2000.
A 25 años del primer tratado, se observa que continúa figurando como reto la reducción de emisiones de CFC. Día con día, las empresas ambientalmente responsables han tomado acción y se han preocupado de que sus prácticas dejen de emitir gases nocivos para el medioambiente. Una inclinación que últimamente ha tenido un momentum en México es la adopción de refrigerantes alternativos y prácticas que reduzcan, o en el mejor de los escenarios prevengan, el daño constante a la atmósfera.
La refrigeración limpia engloba la sustitución de refrigerantes nocivos y los ejercicios que se practiquen para asegurar –sea cual sea la aplicación de la refrigeración– que haya realmente un ahorro energético y una reducción de agentes contaminantes. Iván Reinier Marcial, ingeniero en Aplicación y Servicios de Aire Ecológico, comenta sobre los refrigerantes alternativos: “EL R-404A es un producto destinado a la refrigeración, mezcla de HFC y lo más parecido al R-502; se ocupa para la media y baja temperatura ambiente de evaporación para aplicaciones de refrigeración comercial.”
Es importante mencionar los tipos de daño que se ocasionan al ozono y su tipificación. Existen tres tipos: directo, el que realiza la molécula en sí misma cuando se escapa a la atmósfera inferior y es capaz de absorber directamente el calor de la Tierra; el impacto indirecto es el que realiza el CO2 producido en centrales térmicas al quemar combustibles fósiles (petróleo, carbón) para producir energía eléctrica para el frigorífico; el TEWI (total equivalent warming impact) es la suma del directo y el indirecto.
Además de la utilización de refrigerantes alternativos, otra de las tendencias que ha cobrado fuerza en México es el reciclaje de refrigerantes. Existen en el país 14 centros de reciclado. El ingeniero Gildardo Yáñez comenta sobre las generalidades de estos centros: “Todos tienen instalados equipos Van Steenburgh JV90 y son capaces de procesar refrigerantes como el R-22, R-502; también pueden reciclar mezclas, es decir gases serie 400. Aunque no existe una normatividad a la que estén sujetos, lo que se realiza en los centros de reciclado son procedimientos aprobados por ASHRAE y básicamente se recupera el refrigerante: lo que se pueda aprovechar se recicla y lo que no se envía a destruir.”
a)Su impacto es menor en comparación con los CFC
b) Daño medio c) Gases que dañan considerablemente al medioambiente |
Se puede observar en este esquema que existen respuestas para la cuestión de la continuidad de los equipos que actualmente siguen utilizando refrigerantes halogenados con contenido de cloro, con otras diversas soluciones; por ejemplo, limpiar los residuos de aceite mineral o alquilbencenos, y disponer del producto equivalente del HFC destinado a nuevos equipos, así como carga de aceite polioléster.
Esta solución ha sido socorrida por naciones como Suecia y Holanda, evitando por completo los productos con cloro, (sin utilizar HCFC). La industria química ha desarrollado refrigerantes de servicio para intentar conseguir con sus patentes soluciones diversas para que se pueda disponer de un refrigerante equivalente, mezclas de HCFC/HFC e hidrocarburos. Esta respuesta ha sido más usada, pero supone una abundancia de confusiones y conflictos para la identificación de productos y el mismo mantenimiento de los equipos existentes.
Para un correcto diagnóstico de los equipos que potencialmente puedan entrar en programas de refrigeración limpia, primero se toman medidas en cuanto a su eficiencia y consumo; posteriormente, se fija una relación en cuanto a los resultados y los objetivos que requiera el usuario del equipo. Dependiendo de las conclusiones, se podrá realizar un cambio parcial de refrigerante únicamente, por ejemplo, o una sustitución completa. Los porcentajes de ahorro rondan entre 7 y 15 por ciento, dependiendo de las prácticas que se aplique al equipo, y el retorno de inversión se observa entre ocho meses y un año.
Sobre la normatividad existente, en cuanto a estándares mundiales y su ausencia en el país, el ingeniero Marcial menciona: “Considero que sería necesario establecer en México un parámetro, un estándar, para este tipo de prácticas, regionalizado y adecuado a las necesidades del país. Finalmente, hay normas internacionales que no siempre es posible aplicar a las prácticas de México”. Es una travesía larga, sin lugar a dudas. Aun así, es conveniente que los empresarios, sean de pequeñas, medianas o grandes empresas, tomen medidas y consideraciones para comenzar a adoptar ejercicios que permitan una utilización responsable de refrigerantes. Los expertos coinciden en que es innegable el efecto nocivo que percibe el ambiente a causa de los gases clorofluorocarbonos y recomiendan el cese de su uso, máxime considerando que existen diversas alternativas adicionales.
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