Hoy en día, la cadena de frío plantea diversos desafíos a las em- presas mexicanas. Uno de ellos es la carencia de regulaciones en torno a cuáles equipos de refrigeración deben utilizarse y su impacto sobre el medio ambiente.
Benito Sagredo
La cadena de frío es una cadena de suministro de temperatura controlada. Su finalidad es garantizar a los consumidores (siempre y cuando permanezca intacta) que los productos que adquieren se han mantenido dentro de un intervalo de temperaturas durante la producción, transporte, almacenamiento y venta.
Por lo general, se emplea en el abastecimiento y distribución de bienes perecederos, alimentos, productos farmacéuticos y químicos, entre otros. Engloba desde empaques, plantas procesadoras, centros logísticos de distribución o refrigerado, así como medios de transporte hasta el punto de venta.
Se trata de un sistema formado por diferentes fases o eslabones que integran el proceso de refrigeración y congelación necesario para que los productos lleguen de manera óptima al consumidor final. De verse comprometida alguna de las etapas, la calidad y seguridad del bien adquirido está en riesgo.
La industria de la refrigeración y el aire acondicionado (RAC) provee las herramientas técnicas necesarias para mantener intacta la cadena de frío. Esto con el fin de asegurar la integridad del producto, desde su producción y almacenaje, hasta su empaque, distribución, suministro y consumo.
En cada parte de este proceso se emplean gases refrigerantes. Los más nuevos son de carácter sintético como las oleofinas o las mezclas sin cloro. Éstas poseen menos concentraciones de químicos, por lo que reducen el potencial de calentamiento global. Esto sin mencionar que poseen un impacto de calentamiento equivalente total menor (TEWI, por sus siglas en inglés). El TEWI se define como la producción total de emisiones directas (por el uso de químicos) e indirectas (por el uso de energía) de gases de efecto invernadero (GEI) como el dióxido de carbono, principalmente.
Los refrigerantes y químicos utilizados en los equipos RAC son responsables de las emisiones directas. Los más comunes son el R-22, R-404a o R-507, empleados en aplicaciones comerciales y semiin- dustriales. También existen soluciones naturales como el amoniaco (R-717), el CO2 (R-744) y el propano (R-290).
Un panorama desafiante
De acuerdo con la Alianza Global de Cadena de Frío sólo uno de cada tres negocios en el mundo se encuentra afiliado a dicha organización. En consecuencia, gran parte de las empresas no participan ni impulsan mejores prácticas como el diseño eficiente de instalaciones o la revisión de tendencias mundiales en materia medioambiental.
En México, son todavía menos las compañías que cumplen con alguna regulación o promueven mejores prácticas. Algunas otras, sin embargo, han emprendido esfuerzos individuales para mantener estándares aceptables. Son auditadas por sus clientes y se certifican de acuerdo con su actividad comercial (un rastro con valor agregado, por ejemplo, deberá cumplir con una reglamentación Tipo Inspección Federal).
La cadena de frío es un sistema de sumi- nistro de temperatura controlada, la cual garantiza que los productos lleguen en buenas condiciones al consumidor final.
Actualmente, existen asociaciones y empresas que, por decisión propia, impulsan diversas acciones en relación al cambio climático, si bien de manera aislada. Su motivación es de índole económica, debido a circunstancias como la salida de nuevos equipos y gases refrigerantes en otros países, la limitación para importar menos cantidad de ellos cada año (en su mayoría, los refrigerantes son elaborados en el extranjero), incrementos de precio o baja disponibilidad del producto.
La eficiencia es la respuesta
Uno de los puntos centrales es la situación en la que se encuentran las empresas mexicanas independientes que participan en la cadena de frío, es decir, aquellas organizaciones que no pertenecen a ningún corporativo ni tampoco cuentan con asesoría de profesionales para su desarrollo, pero que tienen la necesidad de construir, remodelar o adaptar sus instalaciones y equipamiento de refrigeración para cual- quiera de sus propósitos.
Los gases refrigerantes sintéticos como las oleofinas o las mezclas sin cloro poseen concentraciones químicas menores que reducen el calentamiento global. Por su parte, los compresores RAC de última generación pueden ahorrar desde un 3 hasta un 4 % del consumo de energía.
Un análisis de costos de los equipos frigoríficos instalados debe contemplar sus costos de energía, sumados a los de su operación y mantenimiento.
Una buena asesoría es fundamental para el desarrollo de un proyecto. Un análisis incorrecto de las necesidades de temperatura y estimación de cargas térmicas, por ejemplo, puede conducir a una selección de equipos de refrigeración o climatización inadecuados, lo cual redunda en un consumo y gasto mayor de energía. Esto impacta los costos totales de operación de manera considerable.
Es recomendable que, además de realizar un análisis del proyecto, se realice otro acerca del costo total de operación. Éste se define como el costo de los equipos frigoríficos ins- talados (que representan la inversión mayor) más los de su operación, es decir, la energía que utilizan. En otras palabras, se trata del análisis de la factura de estas unidades, lo cual incluye costos de energía, operación y mantenimiento.
El servicio de los equipos puede ser realizado tanto por personal interno como externo, de acuerdo con las rutinas mensuales, trimestrales, semestrales y anuales recomendadas para su correcta operación. Asimismo, se deben agregar gastos de cualquier reparación mayor, posibles fugas de gas refrigerante, etcétera.
En cuanto al tema del consumo eléctrico, también es recomendable realizar varias estimaciones, las cuales pueden modularse con algún programa especial. La mayoría de los fabricantes cuentan con simulaciones de gasto y consumo de energía, principalmente para los componentes más importantes, como los compresores.
En México, todavía no hay regulación alguna que estipule cuáles equipos frigoríficos deben utilizarse, como tampoco en lo referente a su gasto de electricidad de acuerdo al tamaño de la instalación o su impacto en el medioambiente (el riesgo de emisiones directas debido al uso de refrigerantes o indirectas por el consumo energético y operación de la unidad). También se carecen de incentivos en lo referente al fomento de mejores prácticas que mantengan intacta la cadena de frío.
El reto del mañana
Actualmente en México, crece la necesidad de llevar productos más a la mano, sobre todo a raíz de la pandemia de la covid-19. Por un lado, el crecimiento de las cadenas comerciales llega a casi cada rincón del territorio nacional, lo que exige una cadena de frío más moderna y eficiente. Por otro, el incremento en la producción y distribución de productos perecederos exigirá al sector de la refrigeración dinámicas y crecimientos más acelerados.
Estas circunstancias presentan diversos retos para la distribución con temperatura controlada. Y también implica nuevos desafíos para los profesionales de la refrigeración, como el diseñar, proponer y llevar a cabo soluciones modernas, eficientes y amigables con el medio ambiente. Otro tema insoslayable es trabajar para impulsar estándares y regulaciones concretas que beneficien a la industria en su conjunto, a través de asociaciones de fabricantes, distribuidores instaladores y contratistas.
Para hacer frente a estos retos será indispensable la selección de equipamiento y refrigerantes acorde a las necesidades y aplicaciones de cada empresa, así como el uso eficiente de la energía eléctrica. La finalidad, por supuesto, será siempre la búsqueda de mejores prácticas, costos de operación más económicos y el aprovechamiento al máximo de cada proyecto.
JULIO – AGOSTO 2022