Limpieza de filtros, una alternativa para ahorrar

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La reutilización de los filtros reduce los costos drásticamente, ya que, mediante una sencilla operación, se pueden aprovechar una segunda ocasión, sin que se vea mermada su efectividad.

Por Santiago Bonilla.

El saneamiento no es capaz de restaurar la vida útil de la media filtrante, sólo ayuda a prolongarla.

Filtro de acero

Si se habla de filtros de aire acondicionado, no de aceites ni refrigerante, su correcta limpieza puede suponer ahorros, tanto en material como en energía. Los filtros llamados ‘permanentes’ suelen ser de metal, láminas de acero inoxidable o aluminio, con varias capas entramadas tipo mosquitero y plisadas. La cuestión con los filtros permanentes es su baja eficiencia (aproximadamente, entre 60 y 65 por ciento), ya que están pensados para retener partículas sólidas, únicamente, y considerablemente grandes, pues retienen hasta cinco micras, suficiente para detectar las partículas al tacto.

Una forma de aumentar la eficiencia es añadir un aceite especial atrapa-polvo (y biodegradable), de manera que se conserve una fina película capaz de retener, además de las partículas de hasta cinco micras, corpúsculos más pequeños; por ejemplo, polvo de limadura.

Los dos tipos de filtros más comunes que soportan la reutilización suelen ser de nylon o polipropileno. Aun cuando el material con el que se fabrican los empleados para filtración física es resistente al agua y al ataque de solventes, no se recomienda su utilización para la limpieza de los filtros. Si se han removido partículas solubles en algún tipo de preparado, es muy probable que su utilización produzca una mezcla difícil de retirar de la media filtrante.

Filtro plisado

Si se sospecha que el filtro está contaminado con material biológico o microbiológico, se puede utilizar una solución desinfectante de cloro al 0.2 por ciento; es decir, 40 cc de cloro comercial (no concentrado) por cada litro de agua. Si se opta por utilizar este compuesto, hay que considerar que puede subsistir un muy ligero olor a cloro, el cual desaparecerá tras unos cuantos minutos de operación. Se recomienda informar al usuario sobre esta condición. Siempre han de utilizarse solventes biodegradables para la operación de lavado.

Las dos ventajas manifiestas de recurrir a la limpieza de filtros en lugar de desecharlos son, por un lado, prevenir la generación de basura y, por otro, la compra de una media reusable y lavable significa una vida de duración considerablemente más extensa.

Cómo saber cuándo un filtro debe ser reemplazado
Existen dos parámetros que se deben considerar para determinar cuándo un filtro debe ser reemplazado.

El primero de ellos es el estado físico del filtro; es decir, no debe presentar daños en la media filtrante ni en su estructura. La evaluación de este parámetro es en forma práctica: se realiza una inspección visual del filtro.

El segundo parámetro es el diferencial de presión inicial. Cuando el filtro esta “nuevo”, el ΔP tiene un cierto valor; con cada lavada, ese valor se incrementa. Cuando el valor inicial esté por arriba del 50 por ciento entre el valor inicial original y el valor final, es conveniente cambiar el filtro.

El incremento en el diferencial de presión (ΔP) está en función del tiempo que el filtro estuvo expuesto y del tipo de material que retuvo. Todos los filtros operan dentro de un rango de presión: ΔP inicial y ΔP final. Cuando un filtro tiene una presión diferencial inicial muy cercana a la final, o la diferencia entre el ΔP original y el actual es superior al 50 por ciento, el filtro debe sustituirse.

Ejemplo: el ΔP inicial de un filtro X es de 0.25 pulgadas por columna de agua (”CA) y el ΔP final es de 1.0 ”CA, el valor inicial máximo para poder utilizar el filtro será:

1 – 0.25 = 0.75 Diferencia entre Δinicial y Δfinal
0.75 ÷ 2 = 0.375 50% de la diferencia
0.25 + 0.375 = 0.625 Inicial más 50%

Siempre que se limpien los filtros, se deben de tomar las precauciones necesarias para evitar un daño a la salud. Si se considera que el filtro ha estado reteniendo partículas potencialmente peligrosas, se debe utilizar equipo de seguridad personal: respirador, guantes y goggles. Los filtros deben retirarse del equipo en que se encuentran instalados y llevarse a un lugar para lavarlos. Este sitio deberá ser un lugar cerrado y, de ser posible, con ambiente controlado.

Antes que nada, cuando se retire el filtro se deberá dibujar, en su costado, una flecha que indique el sentido del flujo de aire. Para ello, utilice un marcador indeleble. Esto responde al hecho de que la etiqueta que contiene la información se desprenderá o dañará durante el proceso de lavado.

Es muy importante no utilizar aire a presión para esta actividad, sino limitarse a sacudir enérgicamente los filtros a contra flujo, es decir, tomando firmemente el filtro con las manos, o bien, colocarlo en el equipo para sacudirlo (mesa de limpieza), de forma que la cara expuesta al flujo (y por lo tanto el lado por donde entra el aire al filtro) quede hacia abajo. Agite vigorosamente y evite golpear las paredes del filtro, ya que pueden romperse. Puede utilizar, si lo desea, un ventilador. En caso de hacerlo de esta forma, verifique que el aire del ventilador penetra en el filtro en sentido opuesto a como está instalado. La intención de esta actividad es retirar la mayor cantidad de polvo que sea posible antes de proceder a su lavado.

Es imperativo tener en cuenta que los filtros se van desgastando con cada lavado y su vida está determinada por cuánto desempeño tolera la media. Nunca deben de utilizarse más allá de su vida útil. De igual importancia es definir cuánta eficiencia requiere determinada habitación, pues es distinta la eficiencia sugerida para un lugar de trabajo, que para una vivienda; para un hospital, que para un laboratorio. Tomar en cuenta la eficiencia es fundamental para asegurar que no se consume más energía necesaria, puesto que entre mayor es la eficiencia del filtro, menor energía exige.
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